jueves, 15 de diciembre de 2011

:O

La extrañeza de la mente al observarse a si misma
Un tornado que trae la imaginación

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Burbujas y otra cosa

Burbujas y una más
Quisiera acariciarte y saber que vivirás
Flota por aquí, flota por allá
Toma de las manos libertad y nada más
Brilla en mil colores
Y en mis ojos te perderás
Canta con las flores
Y el susurro de las voces
Se por un efímero segundo
Quien eternamente abrazarás
Antes de, en mis manos, reventar.

lunes, 14 de noviembre de 2011

La razón del Delirio

Delirium Tremens! Delirio de Tremere! todo calza pato!... bueno xD

Hojeando algunos libros en la especial biblioteca de Bert, Alicia leyó algo que llamó particularmente su atención: "El viaje Astral" explicado con lujo de detalles, a más no poder, a toda raja (no me aguanté xD).

Aproximadamente alrededor del primer año de su no-vida, su Sire, Bert, se había encargado de instruirla en todo lo que él consideraba necesario saber sobre el mundo de los malditos Cainitas.
Un acontecimiento especial en ese entonces generó un extraño giro en la forma en que la pequeña Alicia comprendería su entorno, quizá para siempre.
"Esos Tremeres manipulan la sangre de sus enemigos como si fuera una simple herramienta" comentó Bert al aire.
Un cuervo voló sobre la mesita de té donde ambos estaban sentados (si, estaban sentados en la mesa) y una de sus negras plumas cayó sobre ellos. Eso fue, eso fue todo, ese fue el mensaje. Tremere estaba decidido a acabar con ella. ¿Cómo? A través de su mente. Sintió por primera vez de muchas como su cabeza ya no era un sitio seguro donde atesorar pensamientos, sentimientos, recuerdos ni conocimientos. Sintió muchas veces a ese maldito Tremere, maldito maldito Tremere, abrir su cráneo como si de una cartera se tratase y buscar, revolver, observar, sacar y poner. Muchas veces se encontró observando imágenes que no estaban dentro de su mente, sintiendo emociones que no le correspondían y, sobre todo, y lo más peligroso, pensando pensamientos que no le pertenecían para pensar.
Y así pasaron 5 años de tormento silencioso.
No se atrevió nunca a contarle a Bert. Hacerlo sería plantar la mente de Tremere en la mente de su querido Sire, no estaba dispuesta a hacerlo, bajo ninguna circunstancia. Después de todo ya nada era seguro, nunca más supo qué le pertenecía legítimamente a ella y qué era una vil argucia de el "sapiento" pseudo mago Tremere.

Ahora volvemos a la noche en que Alicia descubre este texto sobre El Viaje Astral, y aquí fue donde estuvo segura de todo, supo de debía protegerse, y supo también como hacerlo.
La más mínima cosa en desorden y ella y Bert la pagarían con sus no-vidas, sucumbirían a la voluntad de Tremere y habría oscuridad eterna para ambos.

"Pero claro! los espejos" pensó Alicia. "Los espejos tienen la clave, ellos son los que reflejan! LO REFLEJAN TODO!! (si, a los Lasombra también, lo otro es que no se vean)" Lo supo cuando fue iniciada, el quiebre del cristal reflejaba el mismo quiebre de todo, su vida, su mente, su corazón!! todo era cierto, y utilizaría esto para defenderse.
Corrió al espejo más cercano y claro! ¿cómo no lo había visto antes? Frente al espejo estaba a salvo, podía pensar con claridad, era nuevamente la ama y señora de lo que haya sido que tenía dentro de esa cabeza enana.
Así fue como empezó a poner obsesivo esmero en mantener su espejo a salvo, no había lugar donde éste no la acompañara. Incluso dormía los días con el espejo dentro de su boca, donde protegía sus sueños de ser también robados por este... cosa.

Otro asunto importante: las palabras. Como una llave a su cerradura lo era Trastocar a Tremere. Había una magia especial en esa palabra, implícita en su mismísimo significado. Decirla u oírla, tener esa palabra 9 veces en la mente y sería el fin.

Así fue como comenzó el excruciante Delirio de la pequeña Alicia, quien perdió a Bert y perdió su espejo. Dios los libre xD

martes, 26 de abril de 2011

Alicia, Alicia, Alicia...

Sentía que su cabeza iba a reventar en cualquier minuto, obviamente la pérdida de sangre la había afectado, pero había algo más que eso... si... esa sensación de desamparo, de abandono, había desaparecido, dejando sólo un difuso recuerdo.
Bert la observaba satisfecho, como si estuviera orgulloso de sí mismo, o al menos eso fue lo que Alicia creyó, y fue lo último que pudo ver con claridad, pues un hambre devoradora la invadió, como nunca antes había sentido. Sentía desde su garganta hasta su estómago quemar como ácido, y dolía. Era como si un taladro titánico perforara su cuerpo desde dentro hacia afuera, y tan segura como estaba de esa hambre, estaba también segura de qué la calmaría: sangre.

Perdió la conciencia por un momento, y al volver en sí no pudo explicarse cómo esos restos de piel habían llegado a sus dientes. Observó a su alrededor y se dio cuenta de que nadie más que ella podría haber causado semejante desastre: Las paredes y el piso de la habitación estaban salvajemente salpicadas con un misterioso, pero fragante, líquido rojo. Había tripas y restos de huesos aún con músculo repartidos por las esquinas, partes, de lo que ella pensó, eran más de dos personas. Y luego observó sus manos, ensangrentadas como todo lo demás, y vio que sostenían un curioso bulto rojo, no más grande que un puño, el cual parecía tener varias cavidades para contener algo, pero estaba seco, vacío y empalidecido. Buscó con desesperación alrededor de la habitación en la que se encontraba, pero no encontró señales de Bert por ningún lado.

Por el rabillo del ojo pudo divisar el antiguo espejo que sus padres tenían colgado en uno de los pasillos. Se dio la vuelta y caminó hacia él, pudiendo ahora observarse a si misma. De su cabello chorreaba aún un resto de sangre, de quien fuese que hubiera destrozado, y su vestido, antes de un bello color celeste, estaba ahora manchado como si se hubiese revolcado entre las tripas de la mismísima víctima de su sed.
Se acercó lo suficiente al espejo como para poder observarse con más detalle. Un trémulo rayo de luna iluminó sus vidriosos ojos y fue en ese momento cuando lo comprendió. La niña que la observaba desde el espejo la ayudó a comprender, con su mirada traviesa, que debía saltar por el precipicio, golpearse contra el piso y desarmarse. Y tal cual fue como sucedió.

Una vez más emprendió el viaje a través del borde del abismo, ya no podía volver atrás, a la seguridad que le daba el terreno firme, y esto la asustaba de forma inimaginable. Y cerrando sus brazos en torno a ella misma, con las uñas clavadas en la carne y los dientes castañeteando, cayó irremediablemente al vacío.

El golpe contra la escarpada superficie de roca fue más duro de lo que pudo imaginar, lo suficiente como para desmembrarla al instante. Desde lejos pudo observar su cuerpo destrozado, su cabeza rodaba anárquicamente por el piso, mientras sus extremidades escapaban como podían hacia la libertad, sí, eran felices de ser libres, de no estar nunca más unidas a ese torso, que nada hacía y tenía el descaro de comandarlas a su antojo. Las piernas corrían hacia un lado y los brazos reptaban hacia otro.
De pronto todo se volvió sólido otra vez, y apareció frente a ella la otra niña, que la observaba ahora con una mirada agresivamente demencial, y para asombro de Alicia, la pequeña salió del otro lado del espejo, haciéndolo mil trizas y caminó hacia ella. Era tan real, que en ningún momento dudó de lo que sucedía ante sus ojos. Los objetos se alargaban y achataban a medida que esta pequeña, lentamente se acercaba a ella. La cogió de la mano y volaron a una velocidad vertiginosa sobre la ciudad, y hasta un lejano páramo cubierto de flores. Ahí bailaron y jugaron por toda la eternidad, que le pareció tan sólo un segundo, y tras este instante, volvió a encontrarse frente al espejo de sus padres, en el oscuro pasillo donde sólo un haz de luz de luna iluminaba su rostro. Sus manos sangraban, tenía trozos de vidrio enterrados profundamente en la carne, pero no le importaba, pues era la ferviente evidencia de que se había desarmado.

Sin que Alicia lo notara, dos manos surgieron tras ella y la tomaron por los hombros. Era Bert, y ya no se sentía tan helado como solía ser. Recibió un abrazo y juntos, abandonaron la antigua casona para recorrer los laberintos de la noche por la eternidad.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Abrazo Malkavian... Who knows!? xD

Pobre Alicia, no sabía que lo que pretendía el extraño al taparle los ojos con su cintillo no era precisamente entregarle un regalo sorpresa... aunque, bueno, de cierto modo, sí fue una sorpresa. Y, ¡vaya sorpresa! Ya no eran necesarias las líneas, todo dependía de cómo hicieras la curva, pero de todos modos, nunca supo a dónde llegaría a través de ese hilo, que se enroscaba y se retorcía cuando estaba a punto de comprenderlo.

¡Qué frustrante! pensaba la niña al no ser capaz de encontrar el orden ni de sus pensamientos ni de sus emociones. Ni de nada en absoluto, incluso las mismas paredes de su habitación parecían torcerse, temblar y respirar. Se derrumbaban para luego permanecer intactas, en un jugueteo demencial, el cual le era casi imposible soportar.

Sus oídos sangraban, y ya no podía mas con el dolor de cabeza, así que cerró los ojos y se dejó caer por el precipicio.

Pero en ningún momento dejó de tambalear al borde del abismo. Parecía que su mente se aferraba con vehemencia al último vestigio de líneas rectas que podía observar en el paisaje, e intentaba reconstruir, ordenar, clasificar.

Y entonces las líneas desaparecieron y cayó de espaldas.

martes, 21 de diciembre de 2010

Solsticio de verano + Eclipse = WHAT THE HELL

Asquerosas criaturas surgen de sus madrigueras en las noches que la luna no las observa...

En realidad... seriously, me da cosa mirar la luna estando oscura :/

domingo, 28 de noviembre de 2010

Alicia, segunda ráfaga de inspiración

Cuando se dio cuenta de que los militares habían abandonado su casa, salió de su escondite y cautelosamente, comenzó a inspeccionar todos los rincones en busca de sus difuntos padres, mas no los encontró en los lugares donde habían quedado.
Estaba tan aterrorizada, angustiada y desesperada, necesitaba sentir la protección que había perdido quizá para siempre.
Y recordó al nogal, el viejo y nudoso nogal de su patio, y se refugió en su copa, entre sus ramas, junto a los nidos de los gorriones.
Nunca supo realmente cuánto tiempo se refugió en ese lugar, para entonces el tiempo no tenía valor alguno, estaba sola, y no había nada que pudiera hacer para remediarlo.

Hasta que una noche una curiosa, pero familiar visión, llegó a sus cansados ojos.
Bajó del árbol, y sin hacer ningún sonido, se escabulló para poder observar mejor, pues no daba crédito a lo que sucedía ante ella.
Era el hombre con el que había soñado la noche anterior a la tragedia, pero ¿qué estaba haciendo?. Parecía como si esstuviera devorando algo, era... ¿eran acaso los restos de su padre?
El horror la hizo presa nuevamente al comprender lo que estaba sucediendo.

Y su mente escapó de aquel lugar.

Caminaba, y todo estaba oscuro. Era difícil de comprender, no sabía como había llegado ahí, sin embargo no había más que hacer que seguir caminando, hasta que se dio cuenta del lugar al cual la llevaban sus pasos... un inmenso precipicio.
Caminó por el borde, eventualmente se resbalaba, pero nunca caía, y esa idea la hacía estremecerse. Incluso la mas mínima brisa la hacía tambalearse.

Y de pronto la visión desapareció, estaba nuevamente en el patio de su casa, y el hombre frente a ella, con la boa de plumas anaranjadas le ofrecía una amplia y atemorizante sonrisa. La saludó con parsimonia y le habló.
A Alicia le fue muy difícil seguir el hilo del discurso de su interlocutor, aunque de todo ese sinsentido logró entender que se refería vagamente a la "inminente desaparición de la especie vampírica a causa de la inefable sed de poder de los grandes"
Pero ella sabía que esa clase de criaturas no existían mas que en los cuentos de terror, y así se lo hizo saber.
Fue entonces cuando vio con detalle la sonrisa del extraño, los dientes, que solían ser planos, terminaban en afiladas y brillantes puntas, y ya no cabiendo en sí de terror, lo comprendío al momento.

Bert el Hebefrénico, lo llamaban, pero el prefería llamarse a sí mismo La Boa Bert.

Y fue entonces cuando nuestra pequeña niña recibió El Abrazo.

El contacto de la fría piel de Bert le helaba hasta los huesos, y luego el mordisco.
Su boca era enorme para el pequeño cuello de la niña. Sentía que en cualquier momento su cabeza rodaría por la tierra, y era lo que más deseaba en ese momento, pero no sucedió.
La sangre brotaba en abundancia de la herida, y con cada gota veía como su vida se escapaba, pero no le importaba. Nunca antes se había sentido tan bien. Aterrorizada, desgarrada, su mente destruida en mil pedazos, pero nunca se había sentido tan bien.

Sorry por la mulez de la segunda parte, pero estoy en otra en este momento xD solo lo copié de mi cuadreno, así q cuando tenga la oportunidad de rehacerlo, lo reharé ::B
Hope you like it, y si no, bueno. xD